En
este texto vemos reflejadas varias ideas:
Como
idea principal es la generosidad y la agudeza que demuestra la
sociedad ante un hecho tan simple como es la pérdida de un zapato,
pero también es cierto que como comenta el autor existe una gran
incongruencia en este hecho, y es que, llama la atención que en un
lugar en el cual la gente está acostumbrada a ver niños descalzos
continuamente resulta relevante que constantemente le estén
preguntando a la madre por el paradero del zapato de su hijo, sólo
por el simple hecho de ser de clase media.
Y
es que hoy en día no parece interesarnos mirar más allá de nuestro
alrededor, el motivo de este hecho quizás nos sentimos mal al ver la
pobreza que hay en el mundo, pero si esto fuera así, haríamos todo
lo que pudiéramos por remediarlo otro motivo puede ser que quizás
prefiramos vivir en nuestro “mundo perfecto” (aunque esto también
habría que verlo) sin pensar en aquello que vaya un poco más allá
de nuestra vida.
Hoy
en día, esta situación no solamente se da en Río de Janeiro,
también se da en numerosas partes del mundo.
Cuando
pensamos en pobreza rápidamente nuestra mente se traslada a África
y nos imaginamos a niños de piel morena delgados muertos de hambre.
Pero una vez más parece que nos equivocamos, todo esto es cierto,
pero al pensar en pobreza no tenemos que alejarnos tanto de
nuestra realidad más cercana, porque cuando pensemos en un pobre
podemos también pensar en aquellas personas que se han quedado en
paro y no tienen nada para llevarse a la boca, o aquellas personas
que en cuestión de días se han visto obligadas a dormir bajo un
puente.
Creo
que esta concepción de pobreza cambia a través de un impacto
fuerte con la realidad. Y que todo el mundo debería probar en alguna
ocasión. Sólo si la gente lucha por conocer esta pobreza
conseguiremos transforman esta sociedad en una humilde en la cual las
personas sean capaces de anteponer los intereses de otras personas a
los suyos.
Creo
que también es muy importante que la gente sea consciente y valore
todo lo que tiene. Ya que vivimos en una sociedad consumista, en la
cual para sacar una sonrisa muchas veces tiene que haber una marca
por medio, ya que lo creamos o no, el dinero no da la felicidad,
aunque mucha gente se encabezone con ello.
Tampoco
me parece justo que hasta que no vemos los problemas venir no nos
paramos a pensar cómo se tiene que sentir la gente que día a día
tiene que vivir con ello. Con esto me refiero a un hecho más o menos
actual como ha sido la llegada del ébola España. A esto
me refería cuando hablaba de choque con la realidad, hasta que no
nos vemos en peligro no sentimos empatía hacia las millones de
familias que día a día pierden miembros por culpa de esta
enfermedad, pero claro, no pasa nada… como están lejos… ahora
cuando está cerca no nos hace tanta gracia y en ese momento es
cuando realmente nos dan pena los pobre de áfrica… pero una
vez que parece que el problema ya no está en España… ¿nos
acordamos de los que hace semanas nos daban tanta pena y siguen
teniendo el problema?
Otra
cosa que nos plante el autor de éste texto es sobre la sociedad en
la cual iba a vivir su hijo en un futuro… y sí, si no se produce
el impacto con la realidad, seguramente vivirá en una sociedad en la
que un enchufe vale más que estar bien cualificado, en la que
gastar es el centro de nuestra vida, que nos creemos más lo que nos
cuenta la presentadora de Gran Hermano que nuestros propios amigos,
una sociedad en la cual aparentar es el centro de nuestra vida, una
sociedad en la cual se valora más el dinero que en un futuro ganarás
que la propia vocación.
Está
en nuestra mano estar condicionados o no… cada uno que elija lo que
quiera… todos sabemos qué es lo mejor.
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